Corolario I.
Mamá qué es más importante, ¿el espíritu o lo humano?
Aterrizando de nuevo en casa Teo me asalta con esta pregunta mientras le froto la espalda en la bañera. No supe qué contestarle, toda la historia de la filosofía se me juntó en el pensamiento en unos segundos.
Corolario II
Paseando por la playa, sólo veo cuerpos y cuerpos, de todos los tipos y colores, personas de aquí de allá, que vamos poblando la Tierra paso a paso, en este ciclo universal de la vida-muerte, como plantas, animales con ánima.
Corolario III
He traspasado los siete meridianos que me separaban de Colombia y sus gentes, y aún no sé dónde se quedaron esas siete horas que me quitaron al ir y me devolvieron a la vuelta, miro a las nubes y busco y rebusco dónde está ese tiempo.
Corolario IV
Ahí debe estar escondida la pregunta que no hallo a formular, de todas estas gentes que habitamos la historia, de todos estos dramas y miserias que nos golpean, de todo el dolor encarnado en la miseria, en la falta de esperanza. Si no somos perros que nos rozamos sin mirarnos, si no somos perros que nos atacamos cuando invaden nuestro espacio, si no somos perros que fornicamos al sentir un olor, si no somos perros, ¿cómo hemos hecho para convivir en este mundo olvidando lo que somos?
Corolario V
Mirarnos a los ojos y sentir el abismo. Aparece el amor cristiano, el desprendimiento budista, la obediencia islamista y cada cual en su suerte se aferra a su carne, conteniendo al espíritu que nos lleva al mundo de la luz, el lugar donde Orfeo esperará eternamente a Eurídice, porque somos almas, que vida tras vida, infierno tras infierno, juntamos experiencias, a la espera del momento en el que podamos comprender el verdadero significado de la vida.
Corolario VI
Sigo buscando la pregunta adecuada, la que me ponga en camino de nuevo, en la lectura, en mis sentidos, en el amor, sigo buscando esa pregunta.
Corolario VII
Voy a zambullir mi cuerpo en el agua para que mi espíritu se refresque.