jueves, 27 de junio de 2013
Viaje interplanetario en el Transmilenium
Cubierto de oro, el cacique indígena se sumergió en las aguas de la laguna sagrada desde una balsa mientras los chamanes arrojaban ofrendas de oro y de esmeraldas a sus dioses.
La ancestral ceremonia de El Dorado desapareció años antes de la llegada de los españoles a América, pero su leyenda atrajo oleadas de conquistadores y buscadores de fortuna a esta pequeña laguna de Guatavita, a unas dos horas al norte de Bogotá, en los Andes colombianos. El Dorado, fantaseaban los invasores, ha de vivir en un país donde todo es de oro.
La mítica ciudad de oro nunca fue descubierta, pero la búsqueda de El Dorado y sus fabulosas variantes se extendió por el Nuevo Mundo a medida que se iba explorando, alimentado la avaricia y la imaginación de los europeos.
Muchos exploradores regresaron sin fortuna y diezmados por las enfermedades, pero el nombre de El Dorado quedó asociado desde entonces a un lugar de magníficas riquezas.
Desde la llegada de los españoles a la sabana de Bogotá , unos 100 kilos de oro han sido rescatados del turbio fondo de la laguna por exploradores, y una miniatura de oro representado al cacique dorado y a los chamanes a bordo de la balsa fue descubierta en una cueva, lejos de Guatavita.
El oro era un metal sagrado para las comunidades indígenas. Era un símbolo de fertilidad y de vida. Pero para los europeos era moneda y riqueza.
Enloquecidos por el oro, muchos intentaron vaciar la laguna.
Hoy fuí al Norte de Bogotá, me dijeron que ahí estaba la riqueza de la ciudad, hice un viaje interplanetario, en el Transmilenium, que es como se llama el autobús rápido que va por la calle Décima. En ese otro planeta , me encontraba como en casa, debe pertenecer a mi misma galaxia. Había cafeterías, aceras limpias, tiendas de muebles de diseño, parques, y podía sacar el móvil del bolsillo para hacer fotos.
Pero me pasó algo extraño, no entendí dónde estaba, no entendí el viaje, no entendí por qué en una hora de teletransporte se puede estar en planetas tan diferentes, no sabía dónde buscar el tesoro, miraba y miraba y todo era lindo, limpio, ordenado, pero no encontré ningún tesoro.
Nunca se encontrará El Dorado. Siempre habrá gente buscando oro en los lugares más insólitos.
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¡Qué suerte tener a alguien como tú entre nosotros! Esta experiencia que estás compartiendo con todos nos levanta el ánimo para seguir trabajando por un mundo mejor y que no paremos hasta conseguirlo, por lo menos un poquito. Muchas gracias y sigue, por favor. Mil besos. Rosa
ResponderEliminarClaro que se puede encontrar El Dorado... Lo buscan donde no está.
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