Mírense un momentito las manos.
Con nuestras manos podemos hacer muchas cosas y apenas les
dedicamos una miradita. Con los pies también, que se lo digan a nuestros
peregrinos que salen hoy hacia Santiago.
Nuestras manos , nuestros pies, nos sitúan en el mundo.
Hoy ha sido un día de encuentros con personas que deciden
cada día qué hacer con sus manos y hacia dónde quieren que caminen sus pies.
Comimos con los trabajadores de la fundación Chaminade,
compartiendo inquietudes, ideas de mejora, compromisos con las necesidades de
este lugar, muchos más sueños que manos para llevarlos a cabo.
“Nos faltan manos”, me decía Sandra. Personas que han ido
decidiendo dónde trabajar, colaborar, pies que han ido recorriendo un camino y
no otro.
Fuimos por la tarde de nuevo a Ciudad Bolívar, allí
estuvimos un rato compartiendo también, sobre la cada vez más escasa presencia
de religiosos y religiosas en estos barrios tan alejados. Cada vez hay menos
personas que quieren trabajar aquí. Congregaciones que optan por retirarse de
estos contextos.
Manos que además de alimentar,
acoger y acompañar, levanten el puño de vez en cuando para pedir la palabra ,
para restaurar la justicia.
Las palabras son necesarias, el dinero, la ilusión , los
sueños…pero y qué es todo esto sin las manos que construyen y transforman
realidades.
Algunos tenemos la libertad de decidir qué hacer con ellas,
otros nacieron con un tarea impuesta.
Siento que aquí soy
las manos del colegio, de una manera muy tenue nos acercamos a tocar, apenas
sin mancharnos, una realidad rotunda , y sin querer hacer pornografía de la
pobreza, cuando caminas hacia la miseria no hay ni una sombra de duda, aquí hay
un tesoro escondido.
Hubo uno, que menudo escándalo montó, que aún siguen
chismorreando que si las mujeres le acariciaban los pies, cómo sería el tipo
para que anden aún buscándole las cosquillas. Menuda la que organizó curando con sus manos.
Me gusta de vez en cuando contemplar las manos , qué hacemos con ellas ,qué construimos, a quién abrazamos.
Sólo tenemos un par
de manos, que cada cual decida qué hacer con ellas. Ójala que atinemos en la
elección, sólo tenemos una vida para acertar.
preciosas reflexiones. se me viene a la cabeza lo de la mies es grande y los obreros pocos, lo de los pobres estarán con vosotros hasta el fin de los tiempos,... cosas de Jesús. Mientras tanto conviviendo con la desvergúenza del dolor por el que no hacemos nada.
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ResponderEliminarNoe como escribes, qué verdades escribes...disfruta, mira con ojos muy abiertos y cuéntanos todoooo. Te echamos muchiiiiiiiiiisimo de menos. Besos mil, Sonia
ResponderEliminarHaz prósperas las obras de nuestras manos... Salmo 90
ResponderEliminarmaribi desde Donosti sólo te dice:Colombia te he enganchado, no te conozco y no sé como eres, escribes, reflexionas, peo tal y como escribes en el blog es porque ya estás dejando parte de ti en un nuevo lugar. Disfruta del momento y luego contagialo. Un abrazo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias Noelia por compartir con nosotros todas tus experiencias. He ido siguiendo tu blog y he visto como ha ido surgiendo vida en torno a el. Son tus manos las que transmiten por escrito lo que tu ves y sientes. Gracias a ellas despiertas en mí y en nosotros esa conciencia tantas veces dormida por la comodidad y el bienestar que nos rodea. Gracias por recordarnos en hay un mundo allí fuera que reclama justicia. Me alegra pensar que podremos colaborar en hacer este mundo más justo. Besos. Roberto Carrillo
ResponderEliminarCuánta razón tienes Noelia. Qué importantes nuestras manos, lo que hacemos con ellas y lo que no hacemos también. Todos elegimos sólo que a veces sin darnos cuenta y otras sin querer darnos cuenta. Sólo cuando somos plenamente conscientes las empleamos en lo que deberíamos: trabajar, acariciar, agarrar...
ResponderEliminarUn besazo
Alfredo
Mil gracias Noelia por transmitir también lo que estás viviendo y hacernos reflexionar.
ResponderEliminarComo dice Sonia, estáte atenta para contarnos todo.
Un beso grande, Bea
Con mis manos te aplaudo; luego, las extiendo para coger siempre las tuyas.
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